Omnipotencia: es un atributo exclusivo de Dios. Es la cualidad de tener todo poder (Salmo 115:3). Dios puede hacer todas las cosas: «para Dios todo es posible» (Mateo 19:26).
Omnipresencia: es un atributo exclusivo de Dios. Es la cualidad de estar presente en todas partes, todo el tiempo (Jeremías 23:23-24). Dios no está limitado ni por el espacio ni por el tiempo, que son creaciones suyas.
Omnisciencia: es otro atributo exclusivo de Dios. Es la cualidad de tener todo el conocimiento (Isaías 40:14). Dios sabe todo, lo que fue, lo que es y lo que será.
Oración: es tanto un privilegio como un deber cristiano, a través de la cual, mediante la intercesión del Espíritu Santo (Romanos 8:26) nos comunicamos con Dios. Es la forma en que presentamos nuestra confesión (1 Juan 1:9), pedidos (1 Timoteo 2:1-3), intercesiones (Santiago 5:15), acciones de gracias (Filipenses 4:6) etc., a nuestro santo Dios.
Pacto: un pacto es un acuerdo entre partes. El acuerdo, según las costumbres del Cercano Oriente antiguo, consta de cinco partes: 1) Identificación de las partes involucradas, 2) Un prólogo histórico en el cual se establece el valor de la parte dominante sobre la base de sus actos, 3) las condiciones del acuerdo, 4) las recompensas y castigos relacionados respectivamente con el cumplimiento o la violación del pacto y 5) formulación de los documentos en la cual cada parte recibe una copia del acuerdo (por ejemplo, las dos tablas de piedra de los Diez Mandamientos). En definitiva, los Pactos que Dios ha establecido con el hombre resultan en nuestro beneficio.
Pecado original: es una expresión que se emplea para describir el efecto del pecado de Adán sobre toda su descendencia (Romanos 5:12-23). Específicamente, es nuestra naturaleza pecaminosa heredada de Adán, quien fue creado inocente, con la potencialidad de pecar (porque tenía libre albedrío), pero no fue creado pecador. Adán, cuando pecó, llegó a ser pecador por naturaleza; en cambio, todos sus descendientes nacen pecadores y así, pecan por naturaleza.
La naturaleza pecaminosa se originó con Adán y pasa de padres a hijos. A causa del pecado original, somos por naturaleza «hijos de ira«, es decir, estamos bajo el merecido juicio de Dios (Efesios 3:2).
Pecado: en su significado original es errar el blanco; es decir, todo aquello que va en contra del propósito de Dios, todo aquello contrario a la Ley de Dios, que expresa Su santa voluntad. Es no alcanzar los que Dios demanda y, en consecuencia, se acarrea con ello la separación y destitución del estado de comunión con Dios (Romanos 3:23).
Por ejemplo, si se miente, se comete pecado. ¿Por qué? Porque Dios ha ordenado no mentir (Éxodo 20:16). Al hacer lo que Dios ha prohibido, se peca. Además, si se deja de hacer lo que Dios ha mandado, también se peca (Santiago 4:17). En ambos casos, el resultado es la separación eterna de Dios (Isaías 59:2).
El pecado no es de una persona en particular, sino de toda la raza humana, todos los seres humanos somos pecadores por naturaleza y por lo tanto, no podemos acercarnos ni tener ningún tipo de relación con Dios.
El pecado es iniquidad (1 Juan 1:3) e injusticia (1 Juan 5:17). El pecado lleva a la ceguera espiritual (Juan 9:41) y a la muerte espiritual (Romanos 6:23). Pablo prueba que el pecado no es simplemente algo malo que se ha hecho, sino, básicamente, una condición del corazón humano (Romanos 3:10-12).
Perdón: es el acto deliberado de pasar completamente por alto una ofensa, como si nunca hubiese existido. Es el concepto central de la fe cristiana. Ningún otro libro sagrado excepto la Biblia enseña que Dios perdona completamente los pecados. En las Escrituras se dice claramente que el perdón de Dios es tan pleno que Él «olvida completamente» nuestros pecados cuando otorga su perdón (Hebreos 10:17); y Dios es quien toma la iniciativa de perdonar (Colosenses 2:13).
Para que el hombre reciba el perdón se requiere arrepentimiento (Lucas 17:3-4). Para que un Dios santo otorgue el perdón, se requiere derramamiento de sangre (Hebreos 9:22; Levítico 17:11). Nuestro perdón se basa en el sacrificio de Cristo en la cruz (1 Juan 1:7; 2:12). Como cristianos, se nos llama a perdonar de manera tan plena como nosotros mismos hemos recibido el perdón de Dios (Mateo 6:12; Colosenses 3:13).
Presciencia: es el conocimiento anticipado de las cosas que ocurrirán; la presciencia es un atributo de Dios. El pasado, presente y futuro son todos en un sentido «presentes» en la mente de Dios. Él habita en la eternidad (Isaías 57:15) y tiene conocimiento infinito (Isaías 41:22-23). Por tanto conoce todas las cosas de antemano. En el N.T. el término puede significar asimismo «causar que algo ocurra» (1 Pedro 1:2,20).
Predestinar, Predestinación: se refiere a la doctrina según la cual Dios ha dispuesto todo lo que ha de ocurrir, afirmando, sin embargo, que Él no es el autor del pecado. Dios emplea, no obstante, cosas que en sí son pecaminosas para Su propia gloria y propósitos. Por ejemplo, la crucifixión de Cristo fue causada por hombres pecadores que injustamente llevaron a la muerte a Jesús (Hechos 4:27); sin embargo, a través de esa muerte, somos reconciliados con Dios (Romanos 5:10). Según la doctrina de la predestinación, es Dios el que decide quién ha de salvarse (Romanos 9:16) y ello no depende de los deseos de cada persona (Juan 1:13). Dios es quien dispone al cristiano para perdón: «…y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna” (Hechos 13:48). Asimismo, dice Pablo: «A los que antes conoció, también los predestinó para que fueran hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a estos también llamó; y a los que llamó, a estos también justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó» (Romanos 8:29-30).
Primogénito: el primer hijo nacido de una madre. Se emplea asimismo de manera figurativa en sentido de prioridad, superioridad, o excelencia. El varón primogénito de una familia debía sujetarse a ciertos ritos y gozaba de privilegios (Génesis 27:1-29; 48:13-14). Recibía una doble porción de la herencia paterna (Deuteronomio 21:17). En el N.T., se aplica la expresión a Cristo como quien se halla a la cabeza de todo el orden creado (Colosenses 1:15,18). En Apocalipsis 1:5 Jesús es llamado el «primogénito de los muertos» ya que fue el primero en resucitar con un cuerpo glorioso; Pablo se refiere al mismo hecho llamándolo «las primicias» de la resurrección” (1 Corintios 15:20,23).
Profeta: es básicamente un vocero de Dios, un mediador entre Dios y los hombres que les comunica a estos la Palabra de Dios, que ha recibido directamente de Él. Cuando un profeta habla en calidad de tal, es inspirado por el Espíritu Santo (2 Pedro 1:19-21) y por tanto libre de todo error. El profeta conserva su propia voluntad, inteligencia y pensamientos mientras comunica fielmente lo que Dios quiere decir. Dios pone palabras en boca de los profetas (Deuteronomio 18:18; Jeremías 1:9). Un profeta es un siervo de Dios (Zacarías 1:6) y Su mensajero (2 Crónicas 36:15).
Propiciación: el significado básico de esta palabra es aplacar, algo así como aplacar la ira de un dios contra el hombre. El acto de propiciar involucra quitar la ira por medio de una ofrenda. El Señor es un Dios santo y justo, que aunque tiene que castigar el pecado, pues su santidad lo obliga a ello, ama a los pecadores y busca una manera justa y santa (es decir, una manera que esté de acuerdo con Su carácter eterno) por la cual Él pueda derramar Su misericordia, Su perdón y Su gracia sobre ellos. No es que la propiciación hace a Dios propicio (Él siempre tiene esta disposición hacia el hombre), sino que hace posible para Dios demostrar Su misericordia. W. E. Vine dice: “por medio del sacrificio propiciatorio de Cristo, el que cree en Él es, por un acto de Dios mismo, librado de Su ira justa y puesto bajo el pacto de gracia”.
Para el cristiano, la sangre derramada por Cristo en la cruz fue tanto una expiación como una propiciación (Romanos 3:25). La obra de Cristo quitó la ira de Dios de modo que el pudo pasar «por alto, en su paciencia, los pecados pasados» (Romanos 3:25). El Padre envió al Hijo para ser la propiciación (1 Juan 4:10) por los pecados del mundo (1 Juan 2:2).