Serie: Cultivar la salud emocional (MANTENERSE FÍSICAMENTE)
El verdadero valor de la belleza
La generación actual es la que más imágenes de sí misma mantiene. Las redes sociales han dado lugar a una difusión indeterminada de fotos personales que van de lo más trivial a lo insólito. Es notable cómo la belleza física y exclusivamente estética ha acaparado todos los anhelos de perfección de nuestra deprimida sociedad, hasta el punto de hacernos olvidar otros valores esenciales y muy superiores.
El pasaje de Ezequiel se refiere al rey de Tiro. Este pequeño reino a orillas del Mediterráneo había vivido un tiempo de maravilloso esplendor comercial, lo que produjo riqueza, suntuosidad estética y un gran vacío espiritual. El poder, la riqueza, y la fama que había alcanzado le habían hecho perder la cabeza a su rey, hasta un punto tal que el Señor mismo debió desenmascararlo. Esta historia nos deja algunas enseñanzas:
- El Señor nos permite admirar la belleza y es nuestro deber velar por la salud y el cuidado de nuestro cuerpo; pero lo que es peligroso es sobredimensionar lo material y vivir en extrema pobreza en el terreno espiritual. Cada día existen más gimnasios para el cuerpo, pero menos para el alma.
- Nosotros sabemos que la visión de Dios trasciende los sentidos físicos hasta captar lo profundo del corazón; no andamos codiciando ningún trono o lugar de privilegio, porque sabemos que el trono del universo y de nuestras vidas no está vacante: Jesucristo ocupa ese lugar (Hebreos 8:1-2).
- El Señor es perfecto en hermosura y Su obra también es perfecta. Ésta comienza con una transformación estructural y completa de nuestro interior, y es capaz de grabar en nuestros corazones la belleza espiritual que anhelamos al haber vencido a la muerte y ofrecernos así una nueva vida a Su imagen.
Cuando le conocemos podemos entender el verdadero sentido de las proporciones, el verdadero valor de la belleza en todas sus dimensiones físicas, psíquicas y espirituales. Con Él cerca de nosotros podemos reconocer lo fugaz de nuestra vida física, pero no por ello nos refugiaremos en las filosofías materialistas. Disfrutaremos de la belleza material, pero también de la espiritual.
Somos llamados a cultivar nuestra alma y también fortalecer nuestro cuerpo físico. Cuidamos nuestro cuerpo disfrutando cada etapa dentro de su temporalidad, y crecemos en lo espiritual soñando con su eternidad.