Serie: Cultivar la salud emocional
El hábito de descansar
Han ocurrido muchos casos en los cuales se ha producido un accidente o una tragedia por causa del exceso de fatiga. Ignoramos nuestra necesidad de descanso y renovación a riesgo de poner en peligro nuestra propia vida y la de otros.
Jesús, mientras las olas cubrían la barca y se producía una gran tormenta, estaba durmiendo en la popa. Aquí vemos a Jesús descansando después de un día largo y agotador. Esto nos invita a que nosotros consideremos con mucha seriedad lo que Dios ha establecido con respecto a tener tiempos de reposo, y para lo cual es importante tener en cuenta las siguientes recomendaciones:
- Acuéstese temprano para dormir el tiempo adecuado. Los adultos generalmente necesitan dormir ocho horas. Cuando dormimos lo suficiente, el cuerpo se recupera y se prepara para el nuevo día, que viene lleno de las oportunidades que Dios provee. En la noche es importante entregarle a Dios todas nuestras preocupaciones; pues Él tiene el poder para manejarlas.
- Escuche a su cuerpo. El cuerpo comunica lo que usted necesita. Préstele atención y no ignore las señales de advertencia que le da.
- Haga una pausa y descanse. Durante las épocas de mucha tensión, aprenda cómo detenerse, hacer una pausa o una siesta, y descansar. El descanso provee una gran parte de la respuesta al estrés; una corta siesta puede hacer toda la diferencia cada día.
- Identifique los puntos principales que le producen tensión. Ore a Dios acerca de cada uno de ellos, pidiéndole sabiduría. Pida a Dios ayuda para conocer la mejor manera de tratar y de manejar sus puntos de tensión.
- Un descanso adecuado le dará una perspectiva diferente. Vaya a otro lugar, lejos de su trabajo para descansar; encuentre un pasatiempo, algo que usted disfrute y le traiga paz mental.
- Separe un día a la semana para descansar. Dios diseñó nuestros cuerpos de esta manera. Necesitamos al menos un día a la semana para hacer que nuestro cuerpo descanse del trabajo diario.
En todo este proceso es importante identificar si existe algo que nos impide descansar; puede ser un problema físico o emocional, para lo cual se requiere la intervención de un especialista de la medicina. Dios desea lo mejor para nosotros, pero debemos ayudar a identificar cualquier factor que esté incidiendo en un adecuado descanso.
El hábito de Jesús de descansar nos guía a tomar la decisión de relajar el cuerpo con cierta frecuencia, durmiendo lo suficiente en la noche, en ciertos momentos del día y apartando un día a la semana.